¿Presentar a Manuel Francisco Mesa Seco? Nos parece un atrevimiento. Porque este hombre pertenece al paisaje mismo, es nuestro; está desde siempre en nuestra historia.

¿Que quieren que les diga?

 

"Buscando la autoridad de la hermosura, este bárbado del sur del Maule, en su tierra, su río,

su cordillera costina, su océano y su gente encontró que no hay más armas que la belleza"

Su vida fue, desde entonces, "un amor que mueve el sol y las etrellas" para todos quienes supieron de su bondad, su fineza, su don y su sabiduría.

"Y entre conciertos, foros, debates parlamentarios, conferencias, teatro iniversitario, librerías, revistas, concursos literarios y vestido con las aguas del Maule, navegando en su belleza, herido de paisajes y volcanes andinos, golpeado por el mar" se fue haciendo nuestro.

 

Y en todo, con un lenguaje franco, abierto, lleno de sentimientos y mundos, "subió y bajó por las palabras, porque las palabras son sin duda otras estrellas y soles que nos alumbran".

Las palabras le dieron resonancia y su luz. No queremos que se acallen; no deseamos que se queden en las sombras. Sabemos que don Manuel Francisco, después de sus días "comenzará a perdurar según la fuerza de sus palabras".

Es este nuestro homenaje a un verdadero humanista que en su vida y su obra buscó embellecer el espíritu, viviendo plenamente, porque "no hay más armas que la belleza".

 

(Manuel Quevedo Méndez,  pág. 5; en libro "Adivinaciones", editado por el colegio Instituto Linares como homenaje póstumo)

Estudio crítico de Naín Noméz, aparecido en el libro "Antología Esencial de Manuel Francisco Mesa Seco", publicado por la Universidad de Talca.

El primer libro de Manuel Mesa Seco fue publicado con el seudónimo de Fabián Egeo, data de 1954 y lleva el titulo de Volantines. El propio poeta señaló que era un libro primerizo, pues le faltaba técnica, pero que estaba lleno de sentimientos hacia los amigos, las cosas del campo y los primeros amores. En el, ya alude a su profunda convicción cristiana, casi evangelizadora con un manejo de recursos expresivos que le adeudan al romanticismo y al modernismo, pero donde ya se insertan algunos versos consistentes y rigurosos. Un ejemplo de esto ultimo es el poema “A una tinaja” que finaliza: “quizás que poeta / la dejó olvidada / para ser refugio / de las mariposas, / o el sepulcro abierto / de la nube alada”.

 

Siguen otras transicionales, En este litoral de las cosas o páginas a una novia (1955) y un libro conjunto con otros tres poetas, titulado Poemas a cuatro voces (1956), donde la sección de Mesa Seco se titula “El árbol de la vida”. En estos libros conserva el seudónimo de Fabián Egeo y se anuncian los temas fundamentales de su obra posterior. Para el poeta es “el germen de lo que es mi poesía: el amor, las cosas del terruño, la raíz mística o trascendente, la familia y la historia”. En el primero de ellos, se nota cierta influencia del Neruda de El Hondero Entusiasta, pero en ambos el leguaje empieza a liberarse de los recursos e imágenes de la tradición anterior. Paginas a una novia tiene, además, un rasgo autobiográfico, puesto que esta dedicado a la que sería la compañera de toda su vida.

 

En Brújula Celeste de 1957, se consolida la visión circular y trascendente que el hablante poético, inserto en las obras de Mesa Seco, tiene del mundo. Para él “canto ahí con pasión el entorno maulino y a las personas que se adentraron en mi alma o que determinaron mi experiencia”. Libro capital en su escritura, presenta ya en el poema liminar, la clave de ciertos motivos cardinales de toda su obra: “Cada día, umbral, ala, y nave”. Ala y Nave son metonimias de un anhelo que busca rumbos desconocidos y un umbral de una puerta hacia lo trascendente. El tiempo cotidiano es, también, escenario de esta salida que hace el hablante hacia el mundo natural y humano. Vuelo que supera al yo y convierte la vida en un hallazgo de frutos y semillas maravillosas. El hablante de estos poemas guiado por una “brújula celeste” que lo conduce a un deambular por el mundo natural, celebrándolo con optimismo y convirtiendo objetos y cosas en una flor “flor de cosmos”. Los materiales se espiritualizan, dilatándose “en oscuros silencios celestiales” y el ser humano se convierte en una “gota de arena / de la vasta inmensidad de Dios”

 

El sentimiento optimista que impregna el tono de Brújula Celeste caracteriza la comunicación que tiene le poeta con la naturaleza, en cuyas metáforas se adivina la celebración que de la creación divina hace el hombre: “Cada día, una puerta, una mano, / para buscar la escala / de la vida infinita/ en el túnel sin párpados/ de nuestra agotada existencia”.

 

El poemario Atmósfera de 1960, reanuda los temas que obsesionan a Mesa Seco: el tiempo que corroe la existencia, la nostalgia por un pasado que reúne las experiencias originales, la admiración por el paisaje maulino, el amor real y soñado y el retorno a un paraíso siempre perdido, que se homologa a la vida natural. Pero por sobre todo, el amor. “Hay también en el hombre mismo, una fuerza de gravedad que lo mantiene adherido a la vida. Es el amor”. Son poemas llenos de espacio, sol, silencio, aire, quietud y nostalgia por el paraíso perdido, siempre presente y redivivo. Naturaleza y existencia se integran, porque “La vida busca más vida” y “Dios penetra en nuestro sueño”. Ya el río se hace presencia imprescindible, metaforización de la vida, símbolo de la fuerza vital que el hablante de estos poemas también encuentra en la mujer:

 

Yo viví junto al río legendario

que estaba solo, derrotado y bello

…………………………………….

El río seguirá su muerte inacabable,

Y yo lo buscaré bajo mi tumba

Para darle mí derrota a su presencia.

(“Un río, una mujer”)

 

 

Leit motiv en la obra de Mesa Seco y un núcleo matemático fundamental de toda la poesía de Occidente (basta recordar a jorge Manrique) y García Lorca en la española y a Neruda, de Rokha, Mistral y Rojas en la chilena), el río es el símbolo de la travesía por la vida y la marca indisoluble del viaje que culmina en la muerte. En el poeta, el tema se distingue en Proyección histórica de la provincia de Linares (1965), prolongando el río (1967), en los cuentos de Aún corre el Maule (1970), en la obra teatral La Travesía publicada en 1987 (llamada también La Balsa), en Ruinas y transparencias (1978), en Río revuelto (1982, donde es el tema principal), en Aspectos culturales del ancestro provinciano de Neruda (1985), y el libro inédito Quemaduras.

 

Un tema diferente es que aborda en Carro de fuego, poema fantástico en 21 cantos, publicado en 1960. Con una intencionalidad lírica muy ambiciosa, esta obra apunta ala creación de un canto poético, en el cual el aedo vuela por los espacios siderales en busca de un destino metafísico que se remonta desde los orígenes hasta el devenir. El autor cuenta su gestación de esta manera: “(En la historia sagrada)me encontré por primera vez con el profeta Elías cuya historia de su carro de fuego me llenó de grandes preocupaciones y ambiciones, porque había sido capaz de ejecutar una proeza tan grande como nadie (…) la maduración de ese sentimiento pudo, mas tarde florecer en un libro en que, siguiendo la huella del profeta Elías, también el poeta se remontó al cosmos para contemplar a la tierra y a la hombre unidos en un destino común de resurrección”. Este poema dividido en tres partes (invocación, alzamiento, y transfiguración), de gran exuberancia verbal, presente una teoría teológica sobre la relación hombre- mundo. Escrito en un lenguaje barroco recargado de imágenes, Carro de fuego revive la odisea del profeta Elías nacido en 980 A.C., que fue arrebatado al cielo en un carro de fuego. Se sabe que vendría a la tierra a predicar penitencia. En el poema, llega antes el anticristo y predica que la tierra no desaparecerá después de la purificación de las almas. En una obra compleja que invita ala meditación, con gran riqueza de metáforas, símbolos y apóstrofes. De tono invocativo, admonitorio y de celebración, que se eleva en a una aspiración a lo infinito.

 

 

Mundo vecino de 1965 retorna a la nostalgia por el mundo natural. Son poemas simples, al igual que los del libro siguiente: Sonetos Alfabéticos (1967), aparecidos bajo el seudónimo de John Cristal. Estos últimos son versos de arte menor con destino popular y lúdico, en que se usa la jitanjáfora, la onomatopeya y al repetición de letras y palabras. Junto a Versos lúdicos conforman una línea coloquial, irónica y juguetona que Mesa Seco describe con una intencionalidad más masiva que la de sus otros libros: “No hay cosa más macabra / que la poesía. / Es un cuchillazo en el cuerpo. / de repente no lee un verso/ y queda con las mandíbulas trabadas./Otros poemas cortan la cabeza./ Una vez quede con los intestinos afuera” (“XIV”, Versos lúdicos ).

 

En Prolongando el río, libro ya citado y dedicado a nueva Bilbao con epígrafes de Jorge Manrique y Tomas Mesa Latorre, se incorpora un poema que inmortalizo la vida de constitución, lugar endecasílabos, que enfatizan el oficio que ahora escribe Mesa Seco: “Y mirando tu estampa de fragancia, / como un astro en los mustios ventanales, / supla en mi sueño el solitario frío”. La mayor parte de los poemas, sin embargo, están escritos en versos de arte menor (7 y 8 silabas) y son, fundamentalmente, descripciones de ciudades y lugares como Parral, Nirivilo, Villa alegre, San Javier los que están intimidados por el temple poético.

 

 

Los cuentos de Aún corre el Maule y los poemas de Dos puntas tiene el camino inician un periplote trabajos mas directos, testimoniales y políticos. El poeta parece ir ahora articulando su visión paradisíaca del mundo rural con los acontecimientos sociales que en la becada de los setenta conmovieron al país. Una obra fundamental es Cuidad del Poeta de 1973, cuya visión semiépica reanuda las utopías del poeta, que quiere cambiar el mundo. El tema aquí es la ciudad moral ideal, en que el ser humano vivirá sin odios, ni rencores, poniendo a su servicio la ciencia y la técnica. En esta ciudad lírica impera un nuevo orden de cosas, en donde se encuentra la verdadera libertad. Se trata de una obra ligada a la estética fundamental de Mesa Seco: “Mi posición estética frente al arte y la poesía, sin duda, un carácter religioso, mítico y metafísico. Un significado esotérico”. Es un texto que apunta al delirio poético y a una cierta transfiguración mesiánica del hablante: “Como una aparición que fluye/ en la distancia, salgo/ a recorrer los límites del aire” (VIII) y, como dice el propio autor, es la “ciudad del poeta, más bella que todas las utopías”

 

Ruinas y transparencias (1978) se articula con temas anteriores. El hablante lírico sigue siendo testigo de las transmutaciones naturales y de las pequeñas alegrías y dolores de los habitantes del mundo rural que trasciende su cotidianeidad con sueños y fantasías. Poesía descriptiva que a veces se hace monótona, pero que rescata siempre lo mejor del amor y de las experiencias vividas. La voz lírica se interna en un reino trascendente, con un tono panteísta que adquiere la voz de los elementos metamorfoseados en símbolos: ola, soledad, llamarada y el río que desaparece y retorna en permanente transfiguración: “la vida que se apaga, transitoria/ por las oscuras aguas que eran bellas”.

 

Marginalmente surgen otros libros, tales como los cuentos criollos de Territorio

(1981), el ya mencionado Río revuelto de 1982 y ¿Fuiste al cerro…? ¿Viste al león…? ¿Le tuviste miedo? de 1988. Los dos últimos retoman la vena irónica y leve de su poesía más popular. Juegos ingeniosos y lúdicos como: “Los cerros que son mujeres/tienen agujas. / Un hilo de agua les basta / para remendar su falda” o “Él siempre levantaba la falda / a los cerros, / ella elegías los picachos más altos”. También habría que mencionar las narraciones de Fobias y Filias, con su énfasis poético y didáctico. Sin embargo, las obras más importantes de este período culminante del poeta son: Adoraciones de 1979, Armaduras de 1982 y Responsos de 1990, e4specie de testamento poético. Dice José Jurado Morales, el prologuista de Adoraciones que “es obra magistral. Los poemas contenidos en el libro, en verso blanco, generalmente son desarrollados mediante un léxico con sabor de pueblo, enriquecido con palabras-aportaciones de la cultura chilena- que gana así en poéticos matices (…) Hay originales giros en la expresión, policromía luminosa, profundidad, garra”. Es un poemario dedicado a España, al descubrimiento de América y a los indígenas. Se integra la historia de la hispanidad por medio del tema del viajero que regresa a las fuentes, haciendo el viaje desde el Nuevo Mundo a España con su testimonio. Mención honrosa en el Premio de la Poesía Ciudad de Martorell 1979, el libro articula las concepciones de Patria, desdoblándolas desde la tradición humanista española y recreando la gestación del Nuevo Mundo: leyes, aldeas, lengua, música, objetos, acontecimientos. Obra cuya retórica, a veces, un tanto repetitiva y enumerativa por su temática, se continúa en Armaduras (que recibió el Premio Municipal de Santiago), con un temple celebratorio y apostrófico. De los tres poemarios, es Responsos el que representa mejor la continuidad de las obsesiones de Manuel Francisco Mesa Seco: el amor al terruño, la nostalgia del paraíso, el exilio cultural, la identidad poética. Por un lado se entrega una visión de Chile y la pertenencia cultural del país, mientras que por otro, esta patria se mediatiza, siendo recordada desde Europa. La visión del contraste entre ambos mundos sirve para desarrolla una búsqueda de la identidad personal, que culmina con un responso en defensa de los valores de la provincia y del continente americano. Este responso por un Chile desgarrado, tierra desunida, amada y vasija cósmica, poesía es, también, una búsqueda del sujeto poético, quien rescata de la memoria de ciudades y acontecimientos, para así recuperar una tierra prometida siempre nombrada, aunque lejana. Como ha señalado Enrique Villablanca: “este poeta busca en su obra rescatar el paraíso como el lugar arquetípico, que es la fuente de todo lenguaje y de toda moral”. No sabría el poeta que Responsos sería su propia despedida.

 

Inclusión de M.F. Mesa Seco en "Poetas de la Región del Maule"

  

Matías Rafide, Ediciones Universidad Católica de Chile, sede Regional del Maule, 1973, Pág. 267

 

Hombre multifacético, su poesía íntimamente ligada a la tierra y al paisaje nativos, recoge el aroma de la sencillez y transparencia de los cielos maulino. Revela optimismo y alegre sentido de la vida y al mismo tiempo honda reflexión metafísica, de claro contenido trascendente.

 

Construye la ciudad lírica con materiales prístinos e intransferibles, en ardua batalla contra la deshumanización de nuestro siglo y coloca la ciencia y los descubrimientos al servicio del ser… “No teme decir lo que ha visto, lo que ha sentido. Hada de pesimismos, de sombras alargadas. Desde el comienzo, advertimos la alegría clara que lo invade. Por sus versos pasa dulcemente un hálito religioso, que le permite proyectarse hacia lo cósmico”

   

 

Descripción de una rosa

Aspiro los ríos como si fueran

la gran flor de las cordilleras.

Altos los pájaros de luces

se ahogan en el cielo.

Y hermosos animales

destruidos por el hombre

braman en mi pensamiento.

lleno de terror me refugio

en la ciudad del aire.

Te busco allí de nuevo

lo mismo que un ángel amarillo

para viajar

a las costas del encanto.

"Poesía Chilena Contemporánea"

Miguel Arteche, Juan Antonio Massone y Roque Estaban Scarpa. Editorial Andrés Bello, 1997 (Pág. 7)

Se transcriben los poemas “Se empieza a vivir” y “Padre Lacunza”

 

Aunque la responsabilidad de la antología recae en los tres autores de ella, el lector debe saber que Miguel Arteche seleccionó la primera parte que abarca desde Vicuña Cifuentes a Díaz Casanueva; que Juan Antonio Massone hizo lo propio con la que se inicia con Julio Barrenechea y termina con Eliana Navarro; que Roque Esteban Escarpa espigó en el largo y actual período que va desde Manuel Francisco Mesa Seco a Jorge Triviño.

Creemos, haciendo fe en su criterio, que no han omitido nombres importantes. Pero, si los hubiera, los antólogos pueden guarecerse bajo las palabras de Borges que encabezan el libro.